lunes, 18 de febrero de 2013

Unicornios? Y un cuerno!

Cuántas veces hemos oído o leído en el Facebook de nuestros amigos "wii soy un unicornio!"? Quiero preguntar, ahora, ¿Qué demonios quiere decir eso? O sea, ¿No se suponía que los unicornios vivían en un mundo paralelo? Anda, no te flipes.

En fin, realmente yo no he decidido publicar este post solo para hablar sobre personas que se las dan de animal fantástico, sino de atraer la atención sobre algo que estamos dejando muy abandonado, y va a resultar bastante irónico que sea dicho a través de un blog, pero ya no tenemos tiempo para vivir en lo exterior.
Cuando voy caminando por la calle todo lo que veo son personas charlando por el móvil, o eviando WhattsApps sin hacer el menor caso a lo que les rodea, y se pasan absolutamente todo el jodido día así.

Hsta puedo recurrir a un sentimiento de nostalgia hacia aquéllos tiempos en los que yo era una niña pequeña, sin otras preocupaciones que llegar a casa de jugar en el parque a tiempo de ver mis dibujos animados preferidos en una televisión no precisamente en HD, cosa que no lo hacía menos entretenido. Mi madre estaba más pendiente de mí, al contrario que ahora. Maldigo el día en el que le hablé de Facebook.

Cuando nuestros padres tenían nuestra edad, solían salir por las tardes, encontrarse con los amigos, charlar cara a cara, ir a algún descampado a pasar el rato, y creo saber que se lo pasaban mucho mejor que nosotros, que al quedar con los amigos (al menos a mí me sucede) nos enfadamos al ver que están más pendientes de lo que les envían por el móvil que de lo que les estás diciendo, y peor aún es el hecho de que parezca que se contagie, ya que al final todos acabamos con los móviles e ignorando a aquellos que tenemos delante. Sinceramente, creo que cuando estás con alguien lo único para lo que debes usar el móvil es para poner música...

Deberíamos aprender a volver a valorar el mundo real y a interactuar en él en vez de encerrarnos en nuestra tecnología de última generación. Soy jóven, y sé que estoy hablando comp una vieja, pero creo tener razón al decir que estamos echando a perder los que deberían ser los mejores momentos de nuestras vidas; ya tendremos tiempo de estar pegados a un celular todo el día.

No espero que con esta publicación el mundo cambie, pero me gustaría que aquellos que lean esto se consciencien con que estamos yendo demasiado aprisa, y que hay costumbres, como vivir en la realidad, que no deberían ser cambiadas por nuestro bien y para evitar el propio marginamiento social.

Mil besos, y suerte.
Rebecca.

Follow me on Twitter: @rebbysalvatore



sábado, 16 de febrero de 2013

Malas personas y personas malas

Al utilizar un adjetivo junto a un nombre, el adjetivo puede ser explicativo o especificativo, y no cal decir que todos hemos estudiado esto en algún momento, por lo tanto debo suponer que, a menos que en vez de haber estado atentos en clase os hubiérais pasado el rato charlando con el de al lado, todos conocéis la diferencia entre los dos términos.

Haciendo referencia al título de la publicación, en este mundo sólo puede haber personas malas, o malas personas. Muchos pensarán que es exactamente lo mismo, y no lo es.

En el término malas personas, el adjetivo es explicativo, y eso quiere decir que todos, y absolutamente todos, son malos. La maldad les carcome por dentro y ni siquiera se dan cuenta.
En el personas malas, en cambio, el adjetivo es especificativo, es decir que, además de los malos, también los hay buenos.

No os equivoquéis, esto no es una clase de gramática castellana.
Es una crítica pura y dura.

Es decir, lo que yo intento descubrir es: el mundo está plagado de malas personas, o personas malas?
Y es realmente difícil saberlo con la sociedad de hoy en día, porque lo que está clarísimo es que aquí hay muchísimas más personas asquerosas, odiosas, falsas y retrógradas que buenas.
Por lo tanto, cómo demonios vamos a saber nosotros quién nos quiere joder y quién nos quiere ayudar?

Fácil. Es imposible.
Defiendo el hecho que todas las personas son horriblemente malas, básicamente porque nunca, en toda mi vida (y son ya casi diecisiete años de vida, contando también aquellos años en los que no tenía aún memoria) y no creo que en lo que me quede de vida tampoco, he conocido una persona buena. Y si lo he hecho, puedo esperar de pié a que ésta cambie a peor.

Recuerdo, hace dos año, haberme juntado con una niña en el colegio, en 3° de la ESO. Era muy maja, me reía muchísimo con ella, hacíamos travesuras como nadie en el colegio (almenos comparándonos con las chicas pijas que habían, ya que los chicos eran mucho peores que nosotras), nos lo pasábamos genial y montones de tardes me iba a su casa a merendar y a pasar el rato ahí. Hasta me invitó a pasar dos semanas en el pueblo en el que veraneaba. Un día hasta le confesé que yo misma estaba segura de que no me merecía una amiga como ella, y de que pensaba que era la mejor persona que hubiera conocido nunca.
El tiempo mismo me demostró lo muy equivocada que estaba.
Al año siguiente las dos decidimos cambiarnos a un colegio católico para hacer 4° de la ESO y hacer ahí el Bachillerato, por el alto nivel que tienen. Creí que seguiríamos siendo amigas como siempre.
Ni de coña.
Empezó a juntarse con otras chicas, a dejarme sola. Se volvió una zorra falsa, y hasta empezó a hablar mal de mí para que nadie me quisiera con ellos.
Yo, por mi parte, me junté con el grupo que se apartaba en el patio a fumar, y yo empecé a hacer lo mismo (me refiero a fumar, aunque también la comencé a criticar).

De ejemplos así los tengo a millones, de los que demuestran que nadie es bueno. Nadie. Ni siquiera yo.
Y siento mucho que seamos así, tan perversos, buscando lo malo en todo y los defectos en todos, hasta que al final cada crítica pesa más y tiene menos valor que la anterior. Y lo peor es que nunca nos hartamos, como si lo que decimos nos alimentara por dentro.
Insultos, prejuicios, acusaciones, falsedades, mentiras, avaricia, envidia, y parece que todo eso nos lo regale el propio Diablo.

Sin embargo, tambien tenemos lo bueno, y eso se demuestra en reflexiones como ésta. Momentos en los que nos sentamos a pensar en lo que hacemos, en como somos, en lo que nos hace felices, en lo que no, en cómo podríamos mejorar como personas, en lo que nos hace débiles, en lo que nos hace fuertes, en las personas que amamos, en las lágrimas que perdimos a lo largo de nuestra vida, en las que nos gustaría recuperar porque no merecieron la pena, y en las que es mejor dejar atrás y olvidarlas por completo, como si nos pesaran en el alma y las quisiéramos lanzar desde un globo aeroestático para poder disfrutar tranquilamente del paisaje.

Es bueno que a veces pensemos en todas esas cosas, y un consejo que os voy a dar antes de acabar:
No os arrepintáis nunca de algo que os haya hecho sonreír alguna vez, por mucho que hayáis sufrido despues. Eso demostrará que sois mucho, muchísimo más fuertes de lo que pensáis. Y si alguien pone en duda vuestra fuerza interior, mandadles a tomar por culo.

Suerte.


jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín

Podría pasarme horas y horas y más horas criticando el dichoso 14 de Febrero, pero como no tengo tanto tiempo, no voy a enrollarme. Por cierto, soy nueva bloguera, me llamo Rebecca y he empezado a escribir este blog para ser aún más hipster y guay de lo que ya parezco.
Bueno, volviendo con Valentín. Es una mierda. Punto.
Y no lo digo tan sólo por ser soltera y todo ese rollo que usáis para etiquetarme con el odio que le tengo a este día tan empalagoso, mi verdadero problema es que la gente se cree que éste es el día de los novios.
Y no, hijos míos, es el día de los enamorados.

Y es que me parece divertidísimo el hecho de que el día de San Valentín la gente se regale rosas, bombones y se dicen "te quiero" cuando los hay que llevan unos cuernos que parecen croissants, otros que todas estas cosas las hacen por la presión social, y tal y que cual... Aunque siendo bien sincera, soy una hipócrita, porque en realidad yo también me muero de ganas de que alguien me envíe un mensaje romántico y me espere en mi puerta con rosas y mimitos, pero solo si son sinceros. No me valen mentirosos.


Hoy, yendo por Barcelona, entré en una tienda, Topshop, y ahí, mientras mis amigas iban mirando ropa, yo escudriñé una camiseta en la que decía "Without love I can't live" ("Sin amor no puedo vivir") o algo por el estilo, y flipé. Flipé por que sí podemos vivir sin amor. No sin el de nuestros padres, eso está claro, porque sin ese amor seríamos como un cachorro perdido bajo la lluvia. Pero no necesitamos a un tío (o una tía en caso de los chicos) para vivir felizmente. Quiero decir, existen los vibradores y el porno, no?

No me malentendáis, no soy una salida... O quizá solo un poquito. El caso es que es preferible estar sola que saliendo con un tipo que nos pone los cuernos constantemente, o que no nos hace ni caso, o que... Millones de motivos. Y sinceramente, prefiero pasearme por las discotecas con mis taconazos de veinte centímetros, liarme con cinco tíos y que luego me llamen puta (las que no se comen una rosca, claro) pero que, al encontrar al chico adecuado pueda estar con él y tener confianza en él y que me haga feliz, a salir con un cretino.
Y las que piensan como yo, las apoyo totalmente. Pero luego qué hacemos? Nos quedamos solas en casa el día de San Valentín porque se supone que la calle debe de estar llena de parejitas empalagosas y falsas? Nah.
Almenos yo no he quedado tan mal, paseándome por Barcelona del brazo de mi amigo gay y dándole besitos como una pareja cualquiera, pero echando una ojeada a los singles de por ahí.

Os deseo suerte a todas.